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martes, 15 de julio de 2008

La historia de Cuba que conozco tiene un color.

Lo que pasó en el segundo anterior ya es historia, que simple definición, ¿pero cuántas versiones diferentes pueden existir de lo que sucedió?, la verdadera historia de un país sería la que relata los hechos ocurridos tal cual fueron, no se si existe algún libro de historia en el mundo que cuente la historia real de los hechos que describe, el problema es que la escriben hombres que no pueden abstraerse de su vida y su visión de las cosas. Me gustó leer "El general en su Laberinto", es una visión humana de Simón Bolívar, le gustaban las mujeres, andaba sucio, se enfermó de los pulmones, y eso no cambió la imagen que tenía de el.

La historia de Cuba que conozco tiene una cara, siempre lo supe, desde la primaria me hablaban de héroes demasiado ideales, ninguno había creído en Dios, todos querían llegar al Comunismo, no se si José Martí leyó la teoría Marxista, en todo caso a pesar de que había muerto medio siglo atrás también estaba en contra del imperialismo yanqui y era el autor intelectual de todo lo que había sucedido. Eran como Robin Hood, ninguno desistía ni cambiaba de ideales, no andaban con mujeres, no tomaban alcohol, y además nadie discrepaba con los líderes de la revolución, ¡que raros¡, pensaba yo, son como los héroes de los libros de cuentos, ¡perfectos¡. Además mis padres mencionaban a algunos que habían luchado en la Sierra y llegado hasta el final y después yo no los encontraba en los libros, no existían, se borraba toda huella de su participación.

Un día encontré algunos libros de historia antiguos en una casa que visitábamos, comencé a leer, era otro cuento de la historia. Estaba en sexto grado, mi maestra de historia era genial, se llamaba Angela, yo la imitaba hasta en su vocabulario, un día en clases le pregunté algo que había leído en el otro libro, le dije de dónde lo había sacado, me dijo, no vuelvas a leerlo, ese libro no sirve, sus palabras fueron tajantes, no encontré que era razón para una profesora tan sabia. Ese día tuve la certeza de que la historia que mi maestra me enseñaba tenía color y ella no me lo podía decir, igual respondía mi mamá cuando le preguntaba de algunos temas. Estaba tan acostumbrada a que había temas que ni siquiera se mencionaban, que aún me dura la lección y solo después de tantos años me atrevo a preguntar, ¿será que alguien habrá escrito una versión de otro color de la historia del siglo XX en Cuba?.

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