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miércoles, 3 de septiembre de 2008

La virgen tras la reja bendice a los hijos.

En la década del 70 ya la religión había desparecido de los hábitos de vida de los cubanos, no solo de la religión católica, también de las protestantes. En mi casa como en la mayoría de las casas en Cuba no se hablaba del tema, no habían imágenes, y ninguna manifestación religiosa.
Caminando de mi casa hacia el parque se pasaba por el frente de la Iglesia Bautista, recuerdo que yo me adelantaba saltando delante de mi mamá cuando la iglesia estaba abierta y me acercaba a la puerta a mirar las 3 o 4 personas que ocupaban la primera fila y tratar de escuchar lo que hablaba el pastor por un micrófono que retumbaba en el templo, para qué micrófono decía yo, si susurraba también lo escucharían los invitados, mi mamá decía es que para Dios escuche porque está lejos.
Lo mismo con el templo evangélico, pentecostés y presbiteriano, pocas personas, todas viejas y las mismas día tras día, solo un milagro podría llenar aquellas iglesias nuevamente.
La imagen más desoladora era la de la virgencita de la iglesia católica, ella estaba en cueva de piedra y plantas mal atendidas a un costado de la entrada principal del templo, la cueva tenía una reja por la cual se podía contemplar la ermita completa. Nuestra virgen estaba prisionera y olvidada.
Todos pasaban a la carrera y trataban de voltear la cabeza no fueran a pensar que se habían convertido, pobre madre nuestra que durante muchos años vio pasar a sus hijos sin que le dedicaran ni una mirada, ella permaneció en el mismo lugar bendiciendo a todos por igual, revolucionarios, gusanos, blancos, negros, ricos, pobres, niños, jóvenes y viejos.
Yo pasaba y me quedaba mirando, juro que le vi los ojos tristes, a pesar de eso su mirada me daba paz y tranquilidad, ¡que grandeza¡, parece que entendía nuestro sufrimiento, en el fondo no era la única que estaba tras las rejas.
Por suerte hoy la virgencita sonríe, todos pasan y le conversan, el portal de la iglesia se llena cada sábado y domingo.
El pueblo de Cuba ha retomado su fe en la medida que ha sido posible, el daño marcó a generaciones que nacieron en un mundo de incredulidad y ateísmo que puede ser irreversible. No solo se llena la iglesia católica, el resto de los templos también, al pastor de la iglesia Bautista le tuvieron que traer unos micrófonos de Canadá porque la gente no le cabe en el templo y se queda en la calle, por dónde yo pasaba y trataba de escuchar, con este nuevo equipo si que se escucha fuera todo el sermón. ¿No será tiempo ya que Dios nos perdone por elegir a otro falso Dios?

2 comentarios:

Rosa dijo...

Yo también recuerdo como estaba de vacía mi iglesita de La Caridad en Centro Habana, a la que iba "a escondidas". Tuve la suerte de no perder - del todo - la fe. Pero muchos de nuestros coetaneos ni siquiera supieron de qué iba aquello, ya ni como referencia cultural, que pena¡

Anónimo dijo...

Emocionante descripción